Antes de 1894 no existía en Fuerteventura infraestructura portuaria alguna. Tan solo unos almacenes en calas como Puerto de Cabras, Caleta de Fustes, La Torre, Pozo Negro, Las Playas, Gran Tarajal, Giniginamar... pregonaban su uso como embarcaderos, donde la carga y descarga se hacía a hombros hasta los lanchones y con ellos hasta los veleros fondeados...
Junto al cabotaje interinsular, se practicaba otro interior, de embarcadero a embarcadero, en la propia isla. Ante la ausencia y mal estado de las carreteras el transporte marítimo hizo de "autovía", como se había hecho desde tiempo inmemorial por los pescadores que frecuentaron nuestras costas.
Junto al cabotaje interinsular, se practicaba otro interior, de embarcadero a embarcadero, en la propia isla. Ante la ausencia y mal estado de las carreteras el transporte marítimo hizo de "autovía", como se había hecho desde tiempo inmemorial por los pescadores que frecuentaron nuestras costas.
Aquí los vemos, ya cansados, con las velas plegadas. Unos tuvieron suerte y se los aparejó con motores de gasolina y continuaron en el transporte de personas y mercancías, pero otros fueron destinados a los más duros trabajos con la carga de piedra de cal, yeso y derivados... Y así renquearon mientras eran sustituidos por otros buques de casco de hierro y maquinaria más moderna.
Los motoveleros fueron así siendo recordados por la "carga blanca", por sus singladuras en la pesca del salado o por sus atrevidas rutas transoceánicas, a las que fueron sometidos en la década de 1940 y 1950, después de la Guerra Civil de 1936-39, con la emigración clandestina. Se hicieron así invisibles. Los buques "fantasma" que mencionara Néstos Martín Rodríguez en su trabajo sobre la emigración de Canarias en la posguerra española y europea.
Algunos, patroneados por majoreros llegaron a la otra orilla para perderse en las costas de Brasil o para encontrar cobijo en el estuario del Río de la Plata.
En las aguas de Fuerteventura siguieron presentes hasta la década de 1960 en que los naufragios se sucedieron, llevando a las profundidades del mar estos trozos de la historia marítima de las islas escritos en madera en astilleros como el grancanario de San Telmo...