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El municipio de Tetir: un centenario para reivindicar su memoria, 1925-2025 (I)

Tetir 1925-2025: Un centenario para reivindicar su memoria, aunque sea con una plaquita que recuerde para siempre que allí, en La Vega, hubo un municipio durante casi 150 años.


Capítulo I


Va para cien años que la corporación municipal de Tetir decidió disolverse y extinguir su municipio. La decisión prosiguió su vida administrativa hasta la publicación en la Gaceta de Madrid de la aceptación de la agregación propuesta por los ayuntamientos de Tetir y de Puerto de Cabras.

Atrás quedaron los años del ayuntamiento parroquial de Santo Domingo de Guzmán, de 1778 a 1812, aproximadamente, y del ayuntamiento constitucional o contemporáneo, que funcionó hasta junio de 1925.



Nada más aprobarse el Estatuto Municipal de 1924, las banderías políticas de Fuerteventura pusieron en marcha el proceso de disolución del ayuntamiento Tetir y la extinción del municipio acogiéndose a lo dispuesto en aquella norma reguladora de la administración local.

Los parámetros definitorios del municipio contemporáneo a partir de la década de 1830, fueron, como hoy, el territorio, la población y los recursos económicos que garantizaran el funcionamiento de la institución y el atendimiento de los servicios básicos a sus habitantes.

La población de Tetir, tal y como la definieron los obispos ilustrados al crear la parroquia en el último cuarto del siglo XVIII, se encontraba dispersa entre la cabecera o sede parroquial y los pagos de La Matilla, La Asomada, El Time, Guisguey, Los Estancos de Arriba, los Estancos o Estanques de Abajo, La Asomada de Arriba y la Asomada de Abajo, La Herradura y los embarcaderos de Puerto Lajas y Puerto de Cabras.

Sus recursos económicos se basaban fundamentalmente en la agricultura y la ganadería, aunque ya despuntaba una actividad comercial y exportadora a través de los puertos mencionados. Una aristocracia rural y una micro burguesía que sacaba los pies del agro para adentrarse en la aventura comercial que, al final y como veremos, triunfó.

El territorio o término municipal, en cambio, fue uno de los mayores escollos en la supervivencia del municipio tetireño. Ya desde los tiempos del ayuntamiento parroquial, antes de 1812, pagos como La Matilla, oscilaron en su pertenencia a Tetir y a La Oliva; otros, como El Time y Guisguey, años más tarde, en tiempos de la Revolución de 1868 y la Primera República, abrieron unilateralmente un proceso de sedición respecto a la cabecera municipal de Tetir, pidiendo agregarse a Puerto de Cabras.

Los sobresaltos no acabaron con aquellos brotes sediciosos, a juzgar por la reavivación de aquel proceso en 1876, cuando Puerto de Cabras empezó a cuestionar los límites jurisdiccionales y el deslinde de los términos municipales de Tetir y Puerto de Cabras. Desde dicho año, mientras se remataba la torre de la iglesia parroquial de Santo Domingo de Guzmán, se abrió un largo contencioso entre ambos municipios que, si bien se paralizó en 1899, volvería 26 años después con la claudicación de Tetir, como veremos más adelante.

Los recursos económicos y tributarios que crecieron en Puerto de Cabras desde finales del siglo XVIII, exigían ser gestionados a pie de playa, cerca del embarcadero. Desde un punto de vista sociológico, los que aquí comenzaron a abrir casa y a crear juntas vecinales para promover mejoras en el caserío, se ofendían por tener que acudir a bautizar, a casarse y a enterrar a sus muertos a Tetir. La tensión estaba servida.

Viajemos un poco más atrás en el pasado. Vayamos a los momentos en que se disolvía el antiguo cabildo de la isla en Betancuria, a los tiempos en que se consolidaron los ayuntamientos constitucionales sobre las antiguas jurisdicciones parroquiales de Fuerteventura: Betancuria (que pasaba a ser uno más), Pájara, Tuineje, Antigua, Casillas del Ángel, La Oliva y Tetir.



Porque sobre el territorio fue donde explotó el litigio. Tetir tuvo que aceptar la creación de un nuevo municipio en la mitad oriental de su término, en torno al que fuera su embarcadero: Puerto de Cabras, noviembre de 1834; un proceso, el de Puerto de Cabras, que se había orquestado cinco años antes, en 1829, por José Vicente Cabrera, de Ospinal de Abajo, en La Ampuyenta, al margen del antiguo cabildo que ya languidecía en La Villa. Se abrió camino la iniciativa sobre el nuevo municipio, pero dónde estaba la linde entre ambas jurisdicciones, o, mejor dicho ¿Cuál sería la jurisdicción de Puerto de Cabras?

Nuestras recientes pesquisas nos sitúan en los tiempos en que los vecinos del ayuntamiento parroquial de Tetir comenzaron a repartirse la Costa que aún pervivía como comunal desde el siglo XVI, especialmente en los términos de Río Cabras, Zuritas, Puerto de Cabras, La Herradura y los de El Time-Guisguey, hasta Tinojay. Y de aquellos repartos surgieron los lotes en que se construyeron rosas y casas junto a la desembocadura del barranco de Puerto de Cabras. La presión fiscal de uno y otro municipio hicieron el resto: Tetir perdió, no solo su embarcadero principal, sino una buena parte de su territorio, manteniendo su frente marítimo solo en Puerto Lajas; y el Puerto, que ya arremolinaba cerca de medio millar de moradores en su entorno y muchos intereses comerciales de Tenerife y de Gran Canaria y de la propia aristocracia rural majorera, se puso en marcha con vocación de consolidar su propia identidad político administrativa.

[Véase nuestro trabajo sobre la reestructuración administrativa de Fuerteventura en el siglo XX, presentado a las Jornadas de Estudios sobre Fuerteventura y Lanzarote, accesible en la web del Excmo. Cabildo Insular majorero]


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