Tiempos de blandura para conmemorar al patrón de Fuerteventura.
En amaneceres como los que estamos teniendo casi mediados del mes de julio, me vienen a la cabeza hechos históricos como la incorporación de la isla a la Corona de Castilla, un 14 de dicho mes; memorias como los ataques de Xaban Arráez casi dos siglos después...
El primer acontecimiento flota en los anales del día de San Buenaventura desde la segunda década del siglo XVII, y el segundo, acaecido en 1593, marcó un largo período de reconstrucción arquitectónica de la Villa, de la Vega y del Valle durante todo el siglo diecisiete.
Lo asumíamos así, fijándonos más en los alarifes, carpinteros y pintores a los que se encargaron aquellas obras; tiempos de cambios y decretos de expulsiones de moriscos en otras partes de la corona española; momentos de utilizar la iconografía para adoctrinar, como se hizo con los cuadros de ánimas que se prodigaron por la ermitas de la isla.
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Macizo de Betancuria bajo la bruma (Foto Paco Cerdeña) |
Las familias promotoras de aquellas ermitas mantuvieron nudas las propiedades dotacionales invocando ancestrales mercedes de los Señores de la isla; sus herederos, a lo largo del siglo XVIII, fundaron capellanías y patronazgos laicos en un intento de perpetuarse en el beneficio hasta principios del XIX, aunque fuera a costa de otras concesiones que los titulares del Señorío habían hecho en favor del procomún...
Pero estos tiempos de blanduras y reflexiones también nos lanzan preguntas, porque si tanto daño causaron en las construcciones los berberiscos a finales del XVI, cabe cuestionarse qué pasó con los documentos y archivos, especialmente eclesiásticos. No es casualidad que el XVII fuese también el siglo de los expedientes de cristiano viejo y de informaciones genealógicas. Las implicaciones del asalto que quedó anotado en la torre de la iglesia matriz de Fuerteventura dan para muchas cuestiones y, quizás, investigaciones... Salvando las distancias físicas y las cronológicas, me viene a la memoria alguna frase del libro de Sebastián Jiménez Sánchez (1937), "Viaje Histórico Anecdótico...", en la que se hablaba del obsequio que Medina Berriel hacía a Simón Benítez Padilla, para El Museo Canario, entre otros, de un lote de expedientes de cristiano viejo que se conservaban en La Ampuyenta, donde los franciscanos tenían alguna casa.
Los Medina, siempre vinculados al pueblo de Fray Andresito y a la ermita del alcantarino, en especial el clérigo José Medina Guillama, aparecen certificando e investigando genealogías hasta las primeras décadas del siglo XIX. Se hacen eco y justifican a los ascendientes en capellanías y fundaciones certificando sobre hojas sueltas de registros que se malograron, según dicen, cuando los moros arrasaron la Matriz de Betancuria...
En estos tiempos brumosos, en fin, se desatan cuestiones que igual se dilucidan en la bibliografía pero me temo que serán más jugosas las pesquisas que hagamos en archivos judiciales y eclesiásticos.
Así es que celebremos, un año más, San Buenaventura; cada uno con su devoción o pretexto para reflexionar sobre nuestro pasado.
© Francisco J.Cerdeña Armas