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Manuel Déniz Caraballo (1876-1921), y II

 (1876 Arrecife de Lanzarote-1921, Santa Cruz de Tenerife)

Notas biográficas de un maestro conejero en Puerto de Cabras, 1907-1911. Casi cien años después, muchas de sus ideas e iniciativas mantienen plena vigencia y yo diría que son necesarias.

Su labor periodística

Podríamos afirmar que, a la vista de cuando se puede leer en la prensa de la época, Manuel Déniz Caraballo ejerció todas las especialidades del periodismo: impresor, tipógrafo, cronista, corresponsal, articulista colaborador, redactor, director e incluso fundador. Adormecido el luchador social y político, seguramente esa fue su verdadera vocación y las de maestro y secretario de ayuntamiento, los cauces para ganarse el pan.
A cada destino arrastraba su pluma y se hacía un hueco escribiendo en los distintos medios desde Arrecife, desde Santa Cruz de Tenerife, desde Icod de Los Vinos, desde Puerto de Cabras, desde La Victoria
En Puerto de Cabras, desaparecida “La Aurora” pocos meses antes de la llegada de Manuel Déniz, podemos decir que la voz de la isla se siguió escuchando a través de la corresponsalía que ejerció para del diario “El Tiempo”, para el “Defensor del Magisterio” y para “Escuela Canaria”, entre otros, especialmente entre 1908 y 1911.
Su andadura periodística se inició hacia 1900 en “El Iriarte” de Puerto de La Cruz, “Cronista de Tenerife” de Santa Cruz, “Pueblo”, “El Porvenir Agrícola de Canarias”, “Diario de Avisos”… Y, que sepamos, llegó a utilizar el seudónimo “Daniel M. Nuez”, además de su firma como M. Déniz, M. Déniz Caraballo o Manuel Déniz Caraballo,
Con “El Obrero” (del que llegó a ser redactor jefe) trabajó los años 1900 y 1901, año este último en que lo abandonó (sin dejar de colaborar en sus páginas) para poner en marcha junto a Secundino Delgado el periódico “Vacaguaré” que vio la luz a fines de enero de 1902 y con el que intentaron continuar la línea autonomista iniciada en el órgano de la Asociación Obrera de Canarias, con una línea mucho más radical, si cabe:

“Más hoy, como a mi inseparable amigo y estimado compañero de redacción Secundino Delgado, necesidades de la época, impulsos de la historia, reconcentrado patriotismo y amor entrañable a este pueblo canario, me obligan a cesar por algún tiempo en las luchas económicas, para dedicarme de lleno a la propagación y defensa, desde las columnas de un periódico que en breve verá la luz pública en esta capital, de los ideales autonomistas, de los cuales, después de convencerme que he venido sufriendo un error con creer y afirmar en conversaciones privadas en tiempos pasados, que no debíamos de propagarlos entre nosotros, estoy completamente prendado y por los que tendré a orgullo llegar hasta el sacrificio, si preciso es.
He ahí por qué, pacientes lectores, abandono la Redacción del semanario El Obrero, al cesar en éste la campaña autonómica que en el mismo se había iniciado”.

En 1901 colaboraba, además con otros periódicos como “Siglo XX” y “La Región Canaria”, tiene a su cargo la Imprenta Tinerfeña, de Santa Cruz de Tenerife y es entonces cuando aparece como miembro del gremio de Impresores, tipógrafos y encuadernadores.
En 1903 lo vemos en “El Teléfono” y “La Prensa”, este último de Arrecife.
A partir de que nos dejó en 1911, siguió colaborando en “El Archipiélago, de La Laguna, “La Opinión”, de Santa Cruz de Tenerife”, “Diario de Las Palmas”, “El Progreso”, de Santa Cruz de Tenerife.
Llevó la dirección, entre otros de “El porvenir agrícola de Canarias”, periódico apoyado por la Sociedad Económica de Amigos del País de Santa Cruz de Tenerife, en 1901, y, en el mismo año de “La Región Canaria”; de “La Prensa”, periódico que vio la luz en Arrecife en 1903.
Miembro de la directiva del Gremio de tipógrafos, encuadernadores y litógrafos de Santa Cruz de Tenerife, aún en 1904 mantuvo la Imprenta Tinerfeña.

Su labor social

No me cabe duda de que su inquietud intelectual y social se proyectó allá donde iba.
Durante su estancia en Puerto de Cabras formó parte de la comisión organizadora que intentó poner en marcha el “Centro Artístico y Literario de Puerto de Cabras” y que llegó a constituirse el 1 de agosto de 1908 con la siguiente junta directiva:
Presidente, Segundo Álvarez Salanova
Vicepresidente, Manuel Déniz Caraballo
Secretario, Claudio López Rodríguez
Vicesecretario, Manuel Martín Alonso
Tesorero, Estanislao Gómez-Landero y Ballester
Vocales: Francisco Medina Berriel, Juan Cabrera Aguilar y Andrés Velázquez Brito.
Como fines, aquella sociedad se proponía ejercer la caridad y contribuir al embellecimiento de Puerto de Cabras, a cuyos fines dedicaría el producto líquido de los espectáculos públicos que organizara; instruir deleitando, para lo que celebraría con frecuencia funciones teatrales y veladas literario-musicales; luchar porque Fuerteventura no permaneciera ignorada, acudiendo constantemente a la Prensa, bien con noticias de actualidad, bien con artículos en que fueran expuestas las excelencias de la isla…
A esta iniciativa hemos de vincular, sin temor a equivocarnos, la promoción de las clases nocturnas para adultos, donde se impartían conferencias y se buscaba la instrucción de sus convecinos como fórmula de redención del pueblo.
Tal se comportó entre nuestros antepasados el Señor Déniz, aunque sufriera la vigilancia de que normalmente eran objeto los maestros destinados al Puerto de Cabras de entonces: la Junta Local de Instrucción Pública y el Ayuntamiento que venían siendo la misma cosa en cuanto a vigilancia de costumbres y pensamientos, logró que la provincial conociera el expediente que, finalmente sobreseyó. De esta experiencia y de su conocimiento de don Pancho López y, a través de él, de la administración municipal, surgió, sin dudas, su renuncia al magisterio.

Antigua panorámica de La Victoria de Acentejo (Foto publicada por la FEDAC) 

En la Victoria de Acentejo, donde pasó a residir después de optar por la administración municipal, formó parte de la comisión organizadora de la sociedad El Centro, de cuya primera directiva formaría parte… Dos años después de su renuncia al magisterio ante el rectorado de la Universidad Literaria de Sevilla, y de abandonar, por lo tanto, Puerto de Cabras, nos encontramos a Manuel Déniz Caraballo felicitándose el año nuevo al escribir en “La Opinión”, de 7 de enero de 1913, “desde La Victoria:… Buena entrada del año nuevo… El día primero del actual mes, en la Villa… tuve el gusto de asistir a una reunión… para la fundación… de una sociedad de recreo, instrucción y fomento que ha de denominarse El Centro…”
Y, efectivamente, el día 1 de febrero, nos dice en su artículo de “La Opinión”, de 17 de dicho mes y por boca de José Flores Pérez que “en la noche del día 1º fue el de la inauguración de la sociedad. Y por lo que me dicen, resultó brillante y animado. El edificio que ocupa El Centro por su exterior, estaba artísticamente adornado con banderas, flores y farolillos… La directiva: Presidente, Daniel Rodríguez del Cristo; Vicepresidente, Francisco Herrero Verdú; Bibliotecario, Manuel Palenzuela de Armas; Vicesecretario, José Flores Pérez”.
El propio Manuel Déniz Caraballo ejerció en algún momento la presidencia de aquella sociedad, y participó activamente en las veladas literario-musicales y teatrales, junto a su hija Catalina Déniz Torres; como fue el caso que recogió “El Imparcial”, en su edición de 21 de febrero de 1919:  al referirse a la velada… en el teatro del casino El Centro: pronunció un discurso Manuel Déniz Caraballo, al que siguió el monólogo “El amor o la muerte”, a cargo de Catalina Déniz, que también representó el papel de Guillermina en la obra “Los mártires del claustro”…


De mirada penetrante y socarrona, don Francisco López Rodríguez, Pancho López, secretario del ayuntamiento de Puerto de Cabras, fué  uno de los personajes admirados por  Manuel Déniz Caraballo durante su estancia en Fuerteventura. [foto aportada por Paco Cerdeña]

El secretario de ayuntamiento

En Puerto de Cabras conoció a un hombre que admiraba profundamente por su esfuerzo en formarse y por su empeño en avanzar en medio de la adversidad, llegando a aprobar la carrera de secretario de ayuntamiento: Francisco López Rodríguez. Don Manuel Déniz lo elogió públicamente en sus colaboraciones periodísticas, redactando una semblanza del conocido don Pancho López, tanto más gratificante para él cuando lo vio esforzándose por formar la Asociación de Secretarios de Ayuntamientos de Canarias, a la que el mismo llegaría a pertenecer cuando reorientó sus pasos en este mundo.
Tras su renuncia al magisterio se “refugió” en la isla de Tenerife, donde ganó la carrera de Secretario Municipal que pasó a ejercer en la Villa de la Victoria de Acentejo, donde vivía con su esposa y sus hijas Catalina y Olimpia.
Incansable trabajador, Manuel Déniz, abrió en 1915 una academia para formar a quienes deseaban acceder a la carrera del secretariado de juzgados y ayuntamientos, por la modalidad a distancia. Lo podríamos considerar en este sentido el pionero de la enseñanza por correspondencia en Canarias, y así se le reconoció en uno de los periódicos de la época donde se anunciaba para impartir estas clases junto a otras relacionadas con la teneduría de libros y contabilidad.

Firma de nuestro personaje (foto Paco Cerdeña)



Obituario

La muerte de Manuel Déniz Caraballo, acontecida en noviembre de 1921 se recogió en varios periódicos de la época. Pero por su reconocimiento y su sentir, reproducimos la aparecida en “El Progreso, diario republicano autonomista”, Santa Cruz de Tenerife, en su edición de 26 de noviembre: “En esta capital ha fallecido víctima de penosa enfermedad, nuestro amigo don Manuel Déniz Caraballo, maestro nacional y periodista brillante de tendencias avanzadas. Últimamente desempeñaba el cargo de secretario del Ayuntamiento de La Victoria de Acentejo.- Herido por la enfermedad cruel que lo ha llevado a la tumba y sin dinero para atender a su curación, pues aquel ayuntamiento le adeudaba varias mensualidad, tuvo que refugiarse en el Hospital Civil”, en el hospital de Los Desamparados.
Dado el olvido que de su obra ha hecho la historiografía, pienso que la crónica de “El Progreso”, añade una tristísima nota al final de la vida de quien se prodigó escribiendo a favor de los obreros y de la postración de islas como la nuestra.
Personajes olvidados en su propio terruño, en su propio entorno, pero de los que la actual era digital pone al descubierto su obra y sus ideas a través de las bibliotecas de prensa histórica.

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