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Inauguración y primeros momentos del muelle municipal de Puerto de Cabras

 Las primeras menciones honoríficas que ha otorgado el Ayuntamiento de Puerto de Cabras/Puerto del Rosario están relacionadas con la lucha por el muelle municipal. Fue esta obra una de las más importantes que se emprendieron en la isla de Fuerteventura durante el siglo XIX y la segunda infraestructura portuaria que se se hizo en la isla.

Fernando de León y Castillo Y Ramón Fernández Castañeyra quedaron anotados en el Libro de registro de Honores y Distinciones en 1895 (es un decir, pues estas decisiones no iban más allá del libro de actas del pleno). Pero en nuestra historia la primera moción que se vio en Puerto de Cabras sobre el muelle la suscribió en 1863 el entonces alcalde Bernabé Felipe Taño, oriundo de la isla de La Palma.

Hubo esfuerzos de los emprendedores del Puerto pero también de la innumerable lista de patrones de barcos que se dedicaban al cabotaje interinsular. Veleros y vaporcitos comenzaron a transitar por la bahía de Puerto de Cabras como lo habían hecho siempre por cualquiera de las calas aledañas a la infraestructura recién construida.

La década de 1890 latía de ímpetus anexionistas en nuestra ciudad; se construía un cementerio privado y se levantaron panteones que pregonaban la importancia de los que allí descansaban; campanario en la iglesia, mejoras urbanas, puente en el Barranco del Puerto...

Estampas portuarias, recopilación Cuaderno de Puerto de Cabras.

La aventura del muelle desbordó la previsiones por sus costes y aunque se constituyó una sociedad mercantil para llevar a cabo las obras, su impacto en el déficit presupuestario precisó la aprobación de la tarifa sobre importación y exportación. Se subastó la recaudación de aquellas tasas pero tuvieron que afrontar el paradigma de que quienes aportaron dineros a través de aquella sociedad, eran los mayores comerciantes e industriales que utilizarían el malecón y debían ser bonificados como acreedores del municipio.

José Castañeyra Carballo, Victoriano González Carballo, Agustín Pérez Rodríguez, Juan Martín Morales, Hermenegildo González de León y Calixto Martín Méndez aportaron 29.712,68 pesetas de 1894. Estos fueron los burgueses que hicieron posible el muelle municipal de Puerto de Cabras, siendo Ramón Fernández Castañeyra quien mantuvo los contactos a través de su "militancia" en el partido liberal para lograr la aprobación de las obras por el Ministerio de Fomento.

El 7 de octubre de 1894, sobre las diez y media de la mañana tenía lugar la bendición del muelle municipal de Puerto de Cabras e, inmediatamente se ponía en marcha fiscalidad a la que nunca renunció el Municipio pues cuando cedieron al Estado la obra, lo hicieron exclusivamente para su mantenimiento ya que los temporales del sueste fueron implacables con aquel malecón.

Pero la fiscalidad sobre la importación y exportación por el muelle y su jurisdicción marítima se puso en marcha desde octubre de 1896, al menos con reflejo en el presupuesto municipal de entonces; al cargo de dichas cuentas estuvo, como no podía ser de otro modo, Agustín Pérez Medina, hijo del citado Agustín Pérez.

Una apresurada lectura a las cuentas del muelle municipal pone de manifiesto quiénes eran los que exportaban e importaban, quiénes usaban el muelle, el pescante a los barquillos de servicio interior de la bahía:

Agustín Pérez, Joaquina Aguilar, Pedro González, Gregorio Espinosa, Ernesto Galván, Domingo Mora, Manuel Mora, José Pérez Alfonso, Sinforiano Hernández, Agustína Alonso, Domingo Ángel Adrián, Saturnino Pérez, Manuel Oramas, Francisco Carrión, Secundino Alonso, Vicente Felipe, Andrés García, Saturnino Ferrera, Agustín Medina, Enrique Belly, Ramón Fernández Castañeyra, Tomás Felipe Bravo y un larguísimo etcétera, son algunos de los que pasaron por caja para estrenar la tarifa sobre el muelle.

Pero conviene centrarnos en algunos de ellos, agrupándolos por sectores o por productos importados y exportados: Así vemos que entre los dedicados a la exportación de piedra cal y sus derivados y carbón,  encontramos los siguientes que, andando el tiempo protagonizaron la reactivación de la industria de la cal en la década de 1920: Tomás Felipe Bravo, Domingo Ángel Adrián, Agustín Pérez, Calixto Martín Méndez, Ramón Fernández Castañeyra, Pedro Henríquez, Hermenegildo González...

Entre los importadores y exportadores relacionados con productos agrario hay otros tantos, entre ellos José Pérez Afonso, el propio Agustín Pérez Rodríguez, Andrés García, Vicente Felipe Bravo, Agustín Medina Rodríguez, Bartolomé Esteban, Francisco Ramos, Ramón Fernández Castañeyra, Secundino Alonso, Saturnino Ferrera, Nicolás Umpiérrez, Luis Perdomo Ávila, Victoriano González Carballo, Melchor Quintana, Agustina Alonso Alonso,  y un largo etcétera. Muchos de ellos con su propia rosa o finca, otros con actividades relacionados con el comercio menor y que lo que hacen es importar, por ejemplo, cebollas, vino o semillas de Lanzarote.

La mayoría combinaba las actividades comerciales, industriales caleras o agrarias porque en Puerto de Cabras ya se había acuartelado la tropa que llegó a la isla con las reformas militares de 1886, y ellos y su entorno demandaban productos para su abastecimiento. No hay que olvidar la demanda de agua potable y el movimiento especulativo que daría lugar a la Sociedad de Aguas La Esperanza, tres años después. Por tanto el acondicionamiento de aljibes y la construcción recibieron un cierto impulso que comenzó a demandar las cales hidráulicas.

En el último trimestre de 1896 y durante 1897 operaron en Puerto de Cabras pailebotes, balandras y goletas junto a los vapores correos León y Castillo y Viera y Clavijo; encontrándose entre los primeros El Gaspar, la Beatriz, El Apóstol, el Bartolo, El Tenerife, La Providencia, Bartolomé, La Aurora, Joven Luisa, el San José, Mariposa... En el bien entendido de que estos eran los que se "retrataban" ante la Recaudación Municipal, porque los patrones siguieron intentando eludir el pago acercándose a La Laja Negra, Caleta de Los Pozos o Callao de Los Pozos, entre los embarcaderos naturales más utilizados. Y la respuesta municipal fue inmediata, denunciado a armadores, importadores y exportadores que junto a los dichos patrones intentaban esquivar la fiscalidad.


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