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Pájara y el episodio sísmico de 1914-1919

Si no fuera por el tiempo que nos separa de los hechos, quien lea lo que luego escribiré, pudiera pensar en que se trataba de uno de tantos episodios que las Fuerzas Armadas desarrollaron en nuestra isla desde que alcanza la memoria; o que, enfrascado el mundo en la I Gran Guerra, (todas las guerras son grandes desde el punto de vista del que las padece), cayera cerca de Fuerteventura alguna de sus batallitas.
Sea como fuera, y aunque hubo quien dijo ver alguna emanación blanca a modo de fumarola en las inmediaciones del cementerio de Pájara, las crónicas de la época no se ponían de acuerdo sobre lo que estaba produciendo aquellos ruidos y temblores de tierra.


Pájara a fines del siglo XIX. Foto procedente de la FEDAC.
Es el caso del Diario de Las Palmas, que acotaba así los acontecimientos producidos durante los meses de mayo y junio de 1915: “Los extraños ruidos que casi sin interrupción se vienen sintiendo en esta isla desde hace cerca de un mes, y que aquí nadie recuerda haberlos oído jamás, han sembrado el pánico entre estos habitantes. El primer fenómeno sísmico, o lo que fuera, tuvo lugar el 16 de junio último, a las 8 y 10 minutos de la noche; hora en que se oyó un ruido lejano, como el de un huracán que se desencadena, seguido, o mejor, acompañado de una oscilación de la tierra, pues duró por tiempo de 15 segundos y que causó desperfectos de consideración en varios pueblos, abriéndose hendiduras en no pocas casas, viniéndose al suelo otras, derrumbándose paredes y agrietándose algunas iglesias. La confusión que se produjo fue enorme; las gentes, presas de horrible pavor, abandonaron sus casas; los hombres tenían miedo; las mujeres y niños lloraban y todo esto unido a los ruidos ensordecedores que seguían sucediéndose, formaba un cuadro triste y desconsolador. De 8 a 10 de la noche los ruidos no venían acompañados de trepidaciones, pero a partir de entonces se sintió otra de 5 segundos de duración; así continuaron toda la noche, de 30 en 30 minutos. Dichos ruidos semejan al de una tempestad que se aproxima, al de mares embravecidos; y así se venían produciendo todos los días, pero sin nuevas oscilaciones. Más, el día ocho del presente mes (julio), a las 12 y 15 minutos de la noche, se repitió el fenómeno con desigual intensidad; igualmente a las 3 de la madrugada del mismo día. Muchas gentes duermen en chozas que han construido; otras a la intemperie y siempre intranquilas y llenas de pavor. Por fortuna, hasta hoy no hay que lamentar desgracias personales. ¿Serán terremotos? ¿Serán presagios de un volcán?... Y si es lo segundo, ¿No será posible que por quien corresponda se ordene la venida a Fuerteventura de persona competente que estudie el fenómeno… máxime si se tiene en cuenta que en el término municipal de Pájara hay una montaña por cuyas grietas o hendiduras se ha visto salir repetidas veces bocanadas de humo? Esto sería lo conveniente y humanitario, pues sería devolver la tranquilidad que ha huido de estos habitantes que temen, y con razón, que tales fenómenos traigan a sus casas la desolación y el llanto y luto de las familias.” Tal fue el episodio relatado por Rafael Ojeda en la edición del 18 de julio de 1915 en el mencionado diario y, salvando las lógicas hipérboles en que pudiera caer fruto de la emoción, leyéndolo parece uno estar viendo episodios más cercanos en el tiempo o, con la misma secuencia, aunque se desarrollen bajo el agua, en la isla de El Hierro.
Según las crónicas de la época, los episodios sísmicos se notaron desde 1911, sintiéndose temblores y ruidos en los meses de verano de 1915, 1917 y 1919, en que alguien denunció que la Montaña de Cardón experimentó un ligero hundimiento, apreciándose grietas de hasta dos metros de ancho por entre 50 y 100 metros de largo... Aunque resulta difícil determinar si este último episodio se debió a los tiras y aflojas que las corporaciones de Tuineje y Pájara venían manteniendo en su deslinde por el pueblito situado junto a los pies de aquella montaña.
Fuera como fuese, el episodio que mentamos, el de los movimientos sísmicos naturalmente, ya están anotados en la historia geológica de la isla como expresión de los últimos estertores volcánicos de Fuerteventura.

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Fuentes de interés para la genealogía en Fuerteventura

Registros sacramentales de las parroquias de la isla de Fuerteventura, siglos XVI-XX De interés para los estudios genealógicos y búsqueda de ancestros en una de las Canarias. Los archivos: Fechas Registros Parroquias (Sede del archivo) signatura 1587-1609 Bautismos, libro 1 N.S. La Concepción Betancuria (Antigua) 1 1591-1655 Bautismos, libro 2 N.S. La Concepción Betancuria (Antigua) 2 1640-1669 Bautismos, libro 3 y 4 N.S. La Concepción Betancuria (Antigua) 3 1669-1686 Bautismos, libro 5 N.S. La Concepción Betancuria (Antigua) 4 1686-1698 Bautismos, libro 6 N.S. La Concepción Betancuria (Antigua) 5 1698-1714 Bautismos, libro 7 N.S. La Concepción Betancuria (Antigua) 6 1714-1732 Bautismos, libro 8 N.S. La Concepción Betancuria (Antigua) 7 1732-1744 Bautismos, libro 9 N.S. La Concepción Betancuria (Antigua) 8 1744-1758 Bautismos, libro 10 N.S. La Concepción Betancuria (Antigua) 9

Noticias del convento franciscano de Betancuria, 1602-1835

Noticias del Convento de Betancuria, siglos XVII-XIX Los franciscanos que moraron en este cenobio de Fuerteventura compartieron, por lo general, las miserias y calamidades del pueblo llano. El censo de hermanos aumentaba o disminuía en función de que los años agrícolas fueran buenos o malos… Los frailes de la Orden Seráfica , aún rotando entre sus conventos, al llegar a nuestra tierra, entendieron como nadie el paisanaje y la sociedad de la isla desde la apertura de su casa en las primeras décadas del siglo XV . Acercarnos someramente a esta comunidad y poner nombre a algunos de de sus miembros es el objeto de nuestro artículo. Y lo hacemos de la mano del P. Inchaurbe, con el respeto y la nostalgia de lo que pudo ser esta tierra en aquellos ya lejanos tiempos en que habitaban entre nosotros y predicaban en nuestras fiestas. En 1520 fue decretada la erección de la Custodia de los conventos de Canarias, llevándose a efecto en capítulo provincial celebrado en Córdoba en 1522, con la

La fiesta de San Buenaventura, recordando al pueblo majo

Ante la conmemoración de la incorporación de Fuerteventura a la Corona de Castilla, la celebración del Día del Pueblo Majo. Aquella mañana de julio parecía que hasta el Morro de Velosa contuviera su aliento; las piedras, calientes tras varios días de calor, condensaron el aíre fresco que, como por arte de magia, se hacía visible en forma de borbotones de algodón que caían sobre el Llano de Arriba. Estandartes y gallardetes tremolaban con la dificultad de aquellos húmedos cielos. Todo el Valle de Valtarajal pareció enmudecer; callaron los balidos de los ganados, los cuervos pusieron una nota de luto y hasta los guirres ascendieron a los cielos dando giros lentos y, jugando con el viento, ascendían tan alto que parecían alejarse para no prestar sus plumas para sellar el acuerdo que junto a las aguas del barranco pretendían firmar vencedores y vencidos. Vestigios aborígenes cerca de la Atalaya de Pozo Negro. Foto Paco Cerdeña /Cuaderno de Puerto de Cabra s Aquel catorce de julio se dilapi

El buque Juan Sebastián Elcano en Puerto de Cabras

La visita del buque escuela "Juan Sebastián Elcano", 1929. El 21 de agosto fondeaba en la bahía de Puerto de Cabras el buque escuela de la Armada Española Juan Sebastián Elcano. Hacía menos de un año de su botadura y éste era su segundo crucero de instrucción. Tan alto honor para con la capital de Fuerteventura mereció un agasajo por parte de las fuerzas vivas de la localidad que convidaron a oficiales y guardiamarinas a la fiesta que se les brindó en el Casino que entonces se encontraba en la casa Manrique, hoy en ruinas frente al mercado municipal. Alumbrados con la electricidad que generaba la propia institución local, hubo fiesta hasta altas horas de la noche del día 23 de agosto de aquel año y los sones de la música se escaparon por los ventanales de aquel edificio para derramarse sobre los barquillos y sobre la arena de la playa del muelle chico. La foto del libro "Puerto del Rosario, cien años en la memoria", editado en 2000, recoge la segunda visita

Carta sobre el agua en Puerto de Cabras, octubre de 1909

Recientemente hemos recibido correspondencia del viejo Puerto de Cabras. Unas letras que nos manda un viejo amigo, Manuel Déniz Caraballo quien, como sabemos, viene haciéndose cargo de la escuela de niños de la localidad junto a otras muchas actividades.  En esta ocasión nos habla del agua, un tema que, hoy como ayer, en Fuerteventura, nos arrolla en el desconcierto. Apenas hará cinco años que llegó el Batallón Cazadores a Fuerteventura, yo llegué -me dice el señor Déniz- al año siguiente, en 1905 creo recordar. Hoy que celebramos la llegada del telégrafo -comentaba el viejo maestro-, sufrimos con el abastecimiento de agua a la población. Por todas partes se extiende la crítica de que si se vende el agua que llega en barricas a bordo de angarillas de camello o en la panza de los correíllos... La prensa -remata- no ayuda a esclarecer qué está pasando con el agua. Don Manuel Déniz intentaba justificar a los gestores municipales de Puerto (el cabildo aún no había llegado), entonces respon