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Asesinato en Puerto de Cabras, 1901

El de Jerónimo Fernández Jorge dio mucho que hablar entre los vecinos y el recuerdo se  mantuvo durante varias décadas.
Entre la ficción y la realidad sobre un crimen...
En Puerto de Cabras no se recordaba tanto alboroto desde los tiempos en que el corsario “Vencedor” bombardeó la ciudad y secuestró a la Junta de Sanidad, o desde aquel otro episodio en que Juan Kelt, armado hasta los dientes y ahíto del mejor aguardiente que había en la isla, se plantó en medio del embarcadero dando tiros y proclamando la independencia de no sabía bien qué países de la América española…
De aquello había transcurrido casi un siglo y junto al embarcadero se disfrutaba ya de un muellito en el que los viajeros podían embarcarse cómodamente, sin tener que trepar a hombros de los marineros para no mojarse las calzas.

Un día de correíllo en el muelle de Puerto de Cabras, principios del siglo XX. Del libro  "Puerto de Cabras, Puerto del Rosario, una ciudad joven".

El Puerto despertaba al nuevo siglo XX empujado por la tercera generación de una burguesía que aquí se había instalado a finales del XVIII.
El comercio se había desarrollado ampliamente y después de que los militares se establecieron en la calle de La Marina, las cantinas que antes abastecían a pescadores, marineros y ganaderos, se duplicaron.
A principios del pasado siglo había en Puerto de Cabras un juzgado municipal que se encargaba de derivar asuntos como el que nos ocupa hacia el de primera instancia e instrucción, ubicado a la sazón en Arrecife de Lanzarote.
El ron era protagonista por las calles de la localidad, especialmente los miércoles, día de correíllo, dando especial trabajo a los guardias civiles que aquí se habían instalado hacía pocos años. Entonces la bahía era surcada por un ir y venir de barquillos y falúas que traían y llevaban carga y pasajeros hasta los vapores y veleros allí fondeados.
Juan Morales Álvarez (Tetir, 1839) es uno de los protagonistas del suceso. Había llegado al Puerto desde su vega natal abandonando la actividad ganadera y agraria para abrir una carnicería y, cuando ocurrió el incidente, estaba viudo y vivía con sus hijos Josefa, Victoria y Pablo Morales Barrera, nacidos aquí en 1875, 1880 y 1882, respectivamente.
A mediodía del 6 de marzo de 1901, el azar quiso que desde la costa del salado arribase también una de las balandras de Agustín Pérez, entre cuyos tripulantes se encontraba “Momito”, el de María Jorge (Puerto de Cabras, 1845), y potencial víctima que comenzó a visitar cuantos altares al dios Baco encontró a su paso.
Juan Morales, carnicero y matarife se jactaba de dominar los cuchillos, por lo que se hacía llamar cortador. Nada de extrañar con sus 60 años de vida entre animales. Lo que le cabreaba desde que enviudó, era que Jerónimo Fernández Jorge (Puerto de Cabras, 1877-1901), más conocido por “Momito el de María Jorge”, rondase a sus “niñas”, especialmente cuando regresaba de la costa, después de varias semanas de faena en la mar.
Y la desgracia se veía venir. Días atrás el viejo Morales lo había comentado en la pescadería de José Machín: ¡Un día de estos lo abro en canal…!
La promesa se cumplió. Al atardecer de aquél seis de marzo Jerónimo Fernández, lejos de visitar a su madre y hermanos Antonio (Puerto de Cabras, 1875) e Isabel (Santa Cruz de Tenerife, 1883), se acercó a la tablajería del Puerto para repetir lo que a Juan Morales desquiciaba pero éste, viéndolo venir, salió a la puerta cuchillo en mano.
Momito cambió su rumbo escorándose a la izquierda con la intención de perderse Ciudadela arriba, como un barco mal estibado. Morales lo siguió pacientemente hasta encontrarse cara a cara y, sin mediar palabra, le asestó una certera puñalada en el corazón. Jerónimo cayó de rodillas, fulminado, con las manos crispadas en un amago imposible de agarrarse a su agresor que retiró el cuchillo para limpiarlo en su propio mandil y retornar a su negocio…
La noticia corrió como reguero de pólvora. Hubo gritos de quienes los vieron discutir y desde un agitado muellito subió la pareja de civiles que detuvo al agresor a pocos metros del lugar de los hechos y, sin oponerles resistencia, fue preso y entregado en el Juzgado Municipal de la localidad junto con un paquete conteniendo varios cuchillos que le requisaron.
Pocos días después el juez municipal despachó una breve diligencia y envió a Juan Morales junto a las armas del delito a bordo de la goleta “Beatriz” y con destino al Juzgado de Primera Instancia de Arrecife.
Buscado el asunto en la prensa de la época (Archivo de Prensa Histórica de la Universidad de Las Palmas de Gran Canaria), encontramos unas líneas que le dedicó el "Diario de Las Palmas", luego copiadas por "El Diario de Tenerife" y por "La Opinión"; decía así:
"Según noticias de Puerto de Cabras, el 6 del actual, un individuo de 60 años, de oficio cortador, llamado Juan Morales Álvarez, dio una puñalada en el corazón a Jerónimo Fernández Jorge, de 24 años, pescador, dejándole muerto en el acto..."
Este sencillo episodio se fue diluyendo en la memoria colectiva de la ciudad, dejando huellas y estigmas entre las familias de agresor y víctima, que convinieron en levantar una sencilla cruz de piedra con las iniciales J.F.J. que hasta el 2008 podíamos ver en un solar de la calle Juanito el Cojo, frente al Mercado Municipal de Puerto del Rosario.
La cruz que se colocó donde cayó Jerónimo Fernández Jorge, aún  se veía en el solar de la calle  Juanito el Cojo, frente al mercado municipal de Puerto del Rosario. [Foto aportada por Paco Cerdeña].

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