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La Cruz de la Española, un topónino rescatado en piedra

Paseando por el parque escultórico de Puerto del Rosario.

La que hoy conocemos como Avenida de Juan de Bethencourt, en nuestra ciudad, no es  más que la urbanización de lo que fue el antiguo camino que unía el embarcadero de Puerto de Cabras con Tetir.
Por él bajaban las aguas en época de lluvias como lo hacían las gentes de la Vega cuando pretendían embarcarse para las otras islas, para América o para el Sahara. Y también lo hacían los camelleros y carreteros cargados de piedra de cal, de barrilla o de cereales…
Y por allí subían las mercaderías importadas por los comerciantes del viejo Puerto de Cabras, como lo hacían los féretros a hombros de los vecinos que pagaban así la prestación personal impuesta por el joven municipio cuando aquí no había cementerio.
Obviamos las interrupciones que, andando el tiempo, se producirían en aquel camino como consecuencia de las operaciones de aterrizaje y despegue; porque estamos en la primera mitad del XIX, cuando aún los tiempos y los transportes eran más pausados, más lentos.
De trecho en trecho, ya lo decíamos en otro artículo, se construían unos poyos de piedra seca en el que depositar los ataúdes para descanso de los porteadores. Y como suele ser habitual, también la toponimia dejó su impronta entorno a aquellos altares de reposo: se les conocía como la cruz de tal o la cruz de cual y que, en el caso que afrontamos perduró hasta nuestros días.
Al sur de aquel camino, a la altura de la Rosa de don José Fabelo Rodríguez, poco antes de llegar al acceso de la Rosa de Don Victoriano, existió un topónimo con el que nuestros antepasados quisieron perpetuar el recuerdo de doña Teresa López, apodada “La Española”: aún recuerdo aquella cruz ya desvencijada junto a un montoncito de piedras, vestigios de un descansadero de los improvisados servicios funerarios de antaño.
Aquello fue siempre conocido como “La cruz de la española”, primer descanso en los cortejos fúnebres que trasladaban a los finados para enterrarlos en suelo sagrado, en la parroquia de Santo Domingo de Guzmán, en Tetir.
Así lo quiso recordar el Ayuntamiento de Puerto del Rosario cuando en 1995, con motivo de la conmemoración del bicentenario de la ciudad, encargó a don Lorenzo Mateo Castañeyra una escultura que recuperase el viejo topónimo con toda la carga histórica y simbólica que aquí apuntamos.
Porque, además, a doña Teresa López, “la Española”, esposa de Manuel Martos, la historiografía le atribuye el haber traído de la Baja Andalucía la primera imagen de la Virgen del Rosario que se veneró en su primera capilla en la calle de La Marina y que aún se conserva en la sacristía de nuestra iglesia parroquial.
El parque escultórico de la ciudad cuenta con este símbolo que nuestros antepasados nos transmitieron a través de la toponimia urbana, aunque tal vez hoy piensen algunos que no está en el lugar que tal dignidad pudiera exigir.
Escultura "Cruz de la Española", 1995, próxima al inicio de la calle Teresa López, en el Barrio de La Charca, Puerto del  Rosario.

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