Uno de los más bellos veleros construidos en Canarias, se incendió en El Roque, muy cerca del faro de
Junto al “Guanchinerfe” y al “Diana”, formaban el trío de los mejores veleros construidos por los carpinteros de ribera canarios. El “Capitán Pírez” y el “Guanchinerfe” se construyeron en la Playa de San Telmo de la capital grancanaria, mientras que el “Diana” fue construido en los astilleros de Hamilton, en Santa Cruz de Tenerife. Los tres fueron readaptados al incorporárseles motor.
El “Capitán Pírez” fue adquirido por la naviera Antonio Armas Curbelo y se perdió en 1961 junto al Roque de La Entallada , en su travesía Gran Tarajal-Puerto del Rosario.
El “Diana” pasó entre otros por la propiedad de Eufemiano Fuentes Cabrera, pasando también a la flota de Antonio Armas Curbelo.
El “Guanchinerfe” lo mandó construir Andrés Rodríguez González, armador tinerfeño quien tuvo otros veleros: “Herbania”, una balandrita que se perdió en 1960 junto a San Andrés, en Tenerife; “la Carlota ”, el “Teide” y el “Princesa Guayarmina”…
El pailebote que nos ocupa, debe su nombre al capitán Pírez Bethencourt, que mandaba el buque de correos y suministro “Río de Oro”, también pailebote de dos palos, que unía Canarias con Villa Cisneros, y a cuyo bordo navegaron muchos marineros conocidos de las islas.
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Foto publicada por Chanita Suárez en sus Memorias, de Juan Luis Calparro. |
La crónica del naufragio del capitán Pírez:
“Se está respirando hoy en toda la isla un aire de tragedia –escribía Juan José Felipe Lima. Los coches, a pesar de la distancia desde Puerto del Rosario, van y vienen de La Entallada , esa pequeña ensenada caída debajo mismo del faro de su nombre y que, en circunstancias normales, es magnífica para la pesca de meros y abades.- Allí, sobre los arrecifes, “El Capitán Pírez” sigue ardiendo y, si la pleamar no ayuda a sofocar el fuego, arderá todo el casco crujiente y negro.- A las dos de la tarde ayer, exactamente a las dos y cuatro minutos, fue captada la primera y única llamada de socorro lanzada por el “Pírez”. Inmediatamente fue dada la voz de alarma y, el “Rápido”, desde Gran Tarajal, dos aviones de salvamento desde Gando y el “Cazón”, de Puerto del Rosario, hicieron rumbo a la Entallada a toda máquina. A bordo se había manifestado fuego y no había manera humana de sofocarlo. Hoy hemos sabido que se produjo a causa de un cortocircuito en la sala de máquinas y se propagó a una velocidad meteórica. Las maderas resinosas e impregnadas de combustible ardían como la tea. La presencia de ánimo del patrón, un viejo lobo de mar sereno y reposado, don Marcos Caraballo García, salvó a la tripulación. A la vista de los caracteres que adquiría el siniestro, mandó proa a tierra, porque, si algo se podía hacer a favor del barco y la tripulación, sería embarrancándolo; pero no hubo nada que hacer por lo primero. La figura caduca ya del “Capitán Pírez” se destaca en tierra mismo, sobre los peñascos en escora y sin solución. Ya no hay explosiones. Los bidones del combustible de la dotación –una media docena-, estallaron como bombas sobre las cinco de la tarde, destrozando lo que encontraron en su trayectoria. La carga general que transportaba, parte de ella recogida por el “Puerto de Valencia”… y la otra de su fletamento para el Aaiun, ardió como yesca. Nada se ha salvado, ni la ropa de los tripulantes…”
Aturdidos por el ruido de los aviones de rescate que seguían dando sus pasadas, los otros veleros que acompañaron al “Capitán Pírez” hasta su última morada, claudicaron. El Rápido, El Cazón… todos tornaron a Puerto del Rosario mientras se consumaba el naufragio. Los quejidos del pailebote se acallaban con el crujir de las maderas y el crepitar de las últimas llamaradas, recostado ya a la sombra de una impresionante columna de humo negro.